Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades

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Autismo

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 160 niños presenta esta condición en el mundo. En Estados Unidos, un estudio de 2023 del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) identificó que 1 de cada 36 niños tiene autismo.  En México, un estudio de 2016 realizado por Autism Speaks y la Clínica Mexicana de Autismo (CLIMA) identificó que 1 de cada 115 niños tiene autismo, presentándose mayormente en niños que en niñas e identificando que, por cada 5 casos de autismo, 4 de ellos son hombres y 1 es mujer.

Se estima que en México hay 1 de cada 115 niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que equivale a aproximadamente 870,000 personas. La prevalencia del TEA ha ido en aumento en los últimos años. En 2010, la prevalencia estimada era de 1 de cada 166 niños. El aumento de la prevalencia del TEA puede deberse a varios factores, como la mejora en el diagnóstico, la mayor concienciación sobre el trastorno y la ampliación de los criterios de diagnóstico. Se estima que hasta un 40% de las personas con TEA no están diagnosticadas.

Se estima que en el Estado de México hay 1 de cada 115 niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo que equivale a aproximadamente 25,500 personas. La prevalencia del TEA ha ido en aumento en los últimos años.

 

 

  • Fuente: Boletín Epidemiológico del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica Sistema Único de Información (SE) 52 del 2013 al 2023.
  • Boletín Epidemiológico del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), Semana Epidemiológica (SE) 52 del 2013 al 2023.

 

Según un nuevo informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de las mejoras registradas en el acceso a los mosquiteros tratados con insecticida y a los medicamentos para ayudar a prevenir el paludismo (malaria) en niños pequeños y mujeres embarazadas, el número de personas que contraen esta enfermedad es cada vez mayor.

Se calcula que en 2022 se produjeron 249 millones de casos de paludismo en todo el mundo, 16 millones por encima del nivel previo a la pandemia de 233 millones registrado en 2019. Además de las perturbaciones causadas por la COVID-19, la respuesta mundial al paludismo se ha enfrentado a un número creciente de amenazas, como la resistencia a los medicamentos y a los insecticidas, las crisis humanitarias, las limitaciones de recursos, los efectos del cambio climático y los retrasos en la ejecución de los programas, sobre todo en los países donde la carga de la enfermedad es elevada.

El Informe mundial sobre el paludismo de 2023 indaga en el vínculo entre el cambio climático y esta enfermedad. Las variaciones de la temperatura, humedad y precipitaciones pueden condicionar el comportamiento y la capacidad de supervivencia del mosquito anófeles, portador del paludismo. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y las inundaciones, también pueden repercutir directamente en la transmisión y la carga de la enfermedad. Por ejemplo, las inundaciones catastróficas que se produjeron en el Pakistán en 2022 multiplicaron por cinco los casos de paludismo en el país.

El cambio climático supone un importante riesgo para el avance de la lucha contra el paludismo, sobre todo en las regiones vulnerables. Ahora más que nunca, se necesitan respuestas sostenibles y resilientes contra el paludismo, que estén combinadas con actuaciones urgentes para frenar el ritmo del calentamiento global y reducir sus efectos.

Se prevé que la variabilidad climática repercuta de manera indirecta en las tendencias del paludismo debido, por ejemplo, a la reducción del acceso a los servicios esenciales contra esta enfermedad y a perturbaciones en la cadena de suministro de mosquiteros tratados con insecticida, medicamentos y vacunas. Los desplazamientos poblacionales inducidos por el clima también pueden incrementar el paludismo, ya que provoca migraciones de personas sin inmunidad hacia zonas endémicas.

La información sobre el impacto a largo plazo del cambio climático en la transmisión del paludismo es escasa. Sin embargo, es probable que la dirección y la magnitud de los eventuales impactos varíen según los sistemas sociales y ecológicos, tanto dentro de los países como entre ellos.

La pandemia de COVID-19 perturbó considerablemente los servicios de lucha contra el paludismo, lo que provocó un fuerte aumento de las tasas de incidencia y mortalidad y agravó el estancamiento que ya venía padeciendo la lucha contra esta enfermedad.

A escala mundial, en 2022 aumentó en 5 millones el número de casos de paludismo con respecto al año anterior, un incremento que afectó de manera especial a cinco países. El mayor aumento se produjo en el Pakistán, donde en 2022 se registraron alrededor de 2.6 millones de casos, frente a los 500,000 de 2021. También se padecieron aumentos importantes en Etiopía, Nigeria, Papua, Nueva Guinea y Uganda.

Por su parte, en los 11 países que soportan la mayor carga del paludismo las tasas de nuevas infecciones y muertes se han estabilizado tras el repunte inicial que se produjo en el primer año de la pandemia. Según los cálculos disponibles, estos países, que están respaldados por el enfoque de la OMS denominado «De gran carga a gran impacto» (HBHI, por sus siglas en inglés), padecieron 167 millones de casos de paludismo y 426,000 muertes en 2022.  Considerando las tendencias actuales, se está muy lejos de poder lograr los hitos críticos que fija para 2025 la estrategia mundial contra el paludismo de la OMS.

Es fundamental ser conscientes del gran número de amenazas que obstaculizan nuestras iniciativas de respuesta. La variabilidad climática supone un riesgo importante, pero también debemos hacer frente a problemas como las limitaciones de acceso a la atención de salud, los conflictos y emergencias en curso, los efectos persistentes de la COVID-19 en la prestación de servicios, las deficiencias de financiación y la aplicación desigual de nuestras intervenciones básicas contra el paludismo. El avance hacia un futuro sin paludismo requiere aunar esfuerzos para fomentar la innovación, la movilización de recursos y las estrategias de colaboración con el objeto de combatir este conjunto de amenazas.

El informe también menciona diversos logros, como el despliegue por etapas en tres países africanos de la RTS,S/AS01, la primera vacuna antipalúdica recomendada por la OMS. Una evaluación rigurosa ha puesto de manifiesto una reducción sustancial del paludismo grave y un descenso del 13% de las muertes por todas las causas durante la primera infancia en las zonas donde se ha administrado la vacuna, en comparación con zonas donde no se introdujo. Esta importante reducción de la enfermedad y los fallecimientos se suma a los demás avances que se están logrando en estas zonas, donde ya se han introducido mosquiteros, equipos de fumigación de interiores con insecticidas y otras intervenciones de salud infantil.

En octubre de 2023, la OMS recomendó una segunda vacuna antipalúdica segura y eficaz, la R21/Matrix-M. Se espera que la disponibilidad de dos vacunas contra esta enfermedad incremente el suministro y posibilite un despliegue a gran escala en toda África.

Asimismo, en muchos países con una carga baja del paludismo se ha avanzado hacia su eliminación. En 2022 hubo 34 países que notificaron menos de 1,000 casos de la enfermedad, mientras que en 2000 fueron solo 13. Solo este año, otros tres países han sido certificados por la OMS como libres de paludismo, a saber, Azerbaiyán, Belice y Tayikistán, y varios otros están en camino de eliminar la enfermedad el próximo año.

 

 

  • Fuente: Boletín Epidemiológico del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica Sistema Único de Información (SE) 52 del 2013 al 2023.
  • Boletín Epidemiológico del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), Semana Epidemiológica (SE) 52 del 2013 al 2023.

El cuadro muestra las enfermedades que se pueden prevenir a cada edad a través de la vacunación en nuestro país.

En la Gráfica siguiente, se muestra el esquema completo de vacunación en México (2022) al PRIMER año, que incluía: vacuna BCG contra la tuberculosis: dosis única; vacuna HB contra la hepatitis B: tres dosis; vacuna Pentavalente contra la difteria, la tosferina, el tétanos, la poliomielitis y las infecciones producidas por Haemophilus Influenzae tipo b; vacuna PCV contra el neumococo: dos dosis y vacuna RV contra el rotavirus: dos dosis administradas durante el primer año de vida.

Por su parte, el esquema completo de vacunación al SEGUNDO año incluía BCG (dosis única), hepatitis B (3 dosis), pentavalente (3 dosis) o hexavalente (3 dosis), antineumocócica (2 dosis), antirrotavirus (2 dosis) las cuales administradas durante el primer año de vida y triple viral-SRP (1 dosis) aplicada desde los 12 meses de edad hasta antes de cumplir los dos años de edad; como se muestra en la Gráfica siguiente: