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A continuación, según datos proporcionados por la OMS, se presenta una gráfica que resume el impacto del medio ambiente adverso en la salud humana.
Aquí se muestra la distribución de muertes atribuibles a factores de riesgo ambiental en México. Se destaca que el material particulado (PM2.5) representa el mayor porcentaje con un 42.2%, seguido de la exposición al plomo (20.6%) y las temperaturas extremas (19.8%). Estos factores reflejan la importancia de implementar estrategias efectivas para mitigar los riesgos ambientales y proteger la salud de la población.1
Referencias:
- Organización Mundial de la Salud. Contaminación del aire ambiente (exterior) y salud. 2024. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ambient-%28outdoor%29-air-quality-and-health?utm_source=chatgpt.com
La dinámica de la vida moderna se ve cada vez más influenciada por una serie de desafíos complejos que afectan múltiples aspectos de la sociedad. Factores como las crisis económicas recurrentes, las emergencias sanitarias de alcance global, las tensiones políticas, el desempleo y otras variables macroeconómicas adversas, junto con la complejidad de los factores personales que influyen en el bienestar individual, están configurando un panorama donde la estabilidad emocional y social se ve constantemente desafiada.
El concepto de bienestar abarca una amplia gama de elementos, incluyendo el nivel de ingresos, la salud física y mental, la seguridad personal, el acceso a la educación, la calidad de las relaciones sociales, el entorno laboral y la calidad ambiental según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2024). Comprender cómo estos factores interactúan y afectan la percepción de bienestar de las personas requiere un análisis profundo y multidimensional.
En los últimos años, México ha enfrentado un alarmante aumento en las tasas de suicidio, con un incremento del 164% registrado en el año 2022 según datos de salud mental (INEGI, 2022). El suicidio es un fenómeno complejo que generalmente resulta de una combinación de factores psicológicos, sociales y económicos. Entre las principales causas se encuentran la depresión, la ansiedad, el estrés crónico, los problemas financieros, la falta de acceso a servicios de salud mental, y una red de apoyo social insuficiente. Este preocupante aumento sugiere que estos factores están ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los individuos, llevándolos al punto de tomar decisiones extremas (Organización Panamericana de la Salud, 2024).
Además del aumento en las tasas de suicidio, los estudios revelan que un significativo 32.5% de la población mayor de 12 años en México ha experimentado síntomas de depresión en sus hogares. Este dato es especialmente alarmante, ya que la depresión es un trastorno mental que, si no se trata adecuadamente, puede conducir a consecuencias graves como el suicidio. La alta prevalencia de síntomas depresivos entre los adolescentes y adultos jóvenes es un indicativo de que los problemas de salud mental están afectando a una porción considerable de la población, influyendo negativamente en su calidad de vida y bienestar general.
Determinar un modelo que identifique el bienestar de un individuo es complejo debido a las variantes personales específicas, sin embargo, hay determinantes que son generales y pueden dar una pauta de la creación de un modelo generalizado. La Organización Mundial de la Salud-OMG (2023) define el Bienestar como un estado positivo del individuo que goza de un buen estado de salud física mental y social. En convergencia a este concepto la OCDE (2015) describe el bienestar como un factor multidimensional donde se cubren varios aspectos de la vida entre ellos relaciones en el hogar, nivel de ingresos, balance vida, trabajo, salud física, entre otros.
Sin duda lograr un bienestar no es solo cuestión de voluntad personal, sino una serie de factores externos que sino son tratados desencadenas temas complejos como la Depresión, la OMS (2023) define este concepto como un trastornó lamentablemente común, el cual implica un estado de ánimo bajo con falta de interés por realizar actividades a un largo plazo, por otro lado la directora de Servicios de Atención Psiquiátrica con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión 2023 enfatizó que la pandemia por COVID-19 dejó graves repercusiones en la salud mental y aumentó los problemas psicosociales definiendo la depresión como un trastorno metal caracterizado por una disminución del ánimo, tristeza, falta de concentración y alteración del sueño y apetito (Secretaria de salud, 2023).
Aunque los factores desencadenantes de la depresión varían según cada individuo, existe consenso entre los estudios sobre determinantes específicos. Según la Organización Panamericana de la Salud (2024), individuos expuestos a situaciones traumáticas frecuentemente desarrollan síntomas que exacerban los problemas, mostrando una fuerte correlación con factores depresivos como la ansiedad y el estrés. Estas condiciones pueden intensificarse y persistir, comprometiendo significativamente la salud mental y el bienestar psicológico de los afectados. La comprensión de estos vínculos es crucial para el desarrollo de estrategias efectivas de intervención y tratamiento en salud pública orientadas a mitigar el impacto de estos factores en la población vulnerable.
La investigación de Cerecero-García et al. (2020) revela cómo la sintomatología depresiva, evaluada a través de la escala CESD-7, refleja manifestaciones clínicas significativas, como sentimientos persistentes de tristeza y pérdida de interés en actividades cotidianas. Este enfoque coincide con los hallazgos de la Organización Panamericana de la Salud (2024), que señala cómo experiencias traumáticas pueden intensificar síntomas depresivos y relacionados, como la ansiedad y el estrés.
Los dos principales trastornos de salud mental que afectan a los mexicanos y a la población mundial son la depresión y la ansiedad. Aproximadamente 280 millones de personas presentan depresión, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En México, alrededor de 35 millones de personas han experimentado un episodio depresivo, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). La primera Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (2021) del INEGI indica que 19.3% de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa, otro 31.3% revela ansiedad mínima o en algún grado.
Estos padecimientos pueden afectar la funcionalidad de una persona en diferentes ámbitos, como el académico, laboral, incluso ser motivo de discapacidad psicosocial y de merma de las relaciones interpersonales. La población adolescente y adulta joven es la más vulnerable al presentar problemas de salud mental, por lo que deben intensificarse los esfuerzos para promover servicios accesibles de atención y prevención oportuna.
La depresión es mucho más que sentirse triste ocasionalmente, es una enfermedad mental que afecta la forma en que una persona piensa, siente y maneja las actividades diarias y se reconoce ampliamente como una afección médica que requiere tratamiento especializado.
Si bien las causas exactas de la depresión pueden variar de una persona a otra, en muchos casos, es el resultado de una combinación de factores biológicos, genéticos, ambientales y psicológicos. Por ejemplo, antecedentes familiares de depresión, eventos estresantes de la vida, desequilibrios químicos en el cerebro y ciertas enfermedades médicas pueden aumentar el riesgo de desarrollar depresión.
Es fundamental reconocer los signos y síntomas de la depresión para buscar ayuda adecuada. Algunos de los signos más comunes incluyen sentimientos persistentes de tristeza, pérdida de interés en actividades que solían disfrutarse, cambios en el apetito o peso, dificultad para dormir o dormir en exceso, fatiga, problemas de concentración y pensamientos de muerte o suicidio.
La depresión es una enfermedad común pero grave que interfiere con la vida diaria, con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. La depresión es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.
Algunas investigaciones indican que el riesgo genético para la depresión es el resultado de la influencia de varios genes que actúan junto con factores ambientales y otros factores de riesgo. Algunos tipos de depresión tienden a darse en familias. Sin embargo, la depresión también puede ocurrir en personas sin antecedentes familiares de depresión. No todas las personas con enfermedades depresivas experimentan los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia y duración de los síntomas varían dependiendo de la persona y su enfermedad en particular.
Las personas expuestas a violencia frecuentemente experimentan una variedad de reacciones que incluye: ansiedad, estrés, frustración, temor, irritabilidad, enojo, dificultad de concentrarse, pérdida del apetito y pesadillas.
El diagnóstico oportuno y seguimiento en el tratamiento es clave tanto en personas con depresión leve como en aquellas que sufren cuadros más graves. Las manifestaciones de la depresión van más allá de un estado de tristeza. En la adolescencia existen dificultades para interpretar los síntomas, lo que puede llevar a vivir con ella por mucho más tiempo, agravar los síntomas e incluso tener conductas suicidas.
En el Estado de México a partir del registro y búsqueda de pacientes con sintomatología para diagnosticar Depresión a través de los diferentes programas, se a logrado observar una incidencia con un aumento del 2104 al 2017, llevando una discreta disminución al 2019. En el 2020 por el tema de la Pandemia COVID-19, no se presento un registro objetivo de casos, ya que no acudían a consulta los pacientes, por lo cual en la gráfica se puede observar una gran disminución de casos diagnosticados.
Como consecuencia del estrés vivido durante Pandemia y una vez que las personas fueron vacunadas, por lo cual empezaron a retomar una parcial normalidad en sus vidas, como consecuencia del aislamiento (encierro), la incidencia aumento notablemente hasta el año de 2023, por lo cual la Depresión represento un reto para tratar de identificarla oportunamente y evitar consecuencias como el suicidio. Para el año 2024 con datos parciales se observa una disminución, tomando valores que podrían corresponder al aumento que observaba hasta antes de la pandemia.
Hace miles de años, el mundo comenzó la batalla contra una de las enfermedades con más estigma y discriminación que ha causado en la historia de la humanidad: la lepra. Fue hasta 1873 en Noruega, cuando Gerhard Henrick Armauer Hansen descubrió el bacilo de M. leprae en biopsias de pescadores en Bergen. Es aquí donde comienza la historia de estudio y avances para el diagnóstico y tratamiento de la lepra, donde en 1982 se aconseja por primera vez el uso de la poliquimioterapia, adoptada en México en 1990, garantizando la curación, reduciendo la infección y sobre todo la discapacidad en nuestro país.
La poliquimioterapia fue la estrategia básica para la eliminación de la lepra como problema de salud pública, lo que modificó la situación epidemiológica de este padecimiento, logrando que en 1994, México cumpliera la meta establecida por la Organización Mundial de la Salud, de tener menos de un caso por 10,000 habitantes. Sin embargo, en la actualidad prevalecen importantes brechas, diversas situaciones que contribuyen a la presencia de discriminación, lo que tiene evidentemente un impacto negativo para un diagnóstico y tratamiento oportuno. La gravedad de la afección está dada por el problema físico y el estigma social.
El 31 de enero de 1954 se celebró por primera vez el Día Mundial contra la Lepra, cuando el periodista y filántropo Raoul Follereau visitó una leprosería en Costa de Marfil y observó las condiciones deplorables de muchas personas que padecían esta enfermedad, iniciando actividades con una jornada para la movilización universal de espíritus y corazones a favor de los enfermos de lepra y alejar la imagen negativa que se tenía de los afectados. Desde entonces se propuso organizar acciones en el marco del último domingo de enero, simbólicamente el "Día Mundial contra la Lepra", tras la epifanía en la que, según el evangelio, se relata la cura de leprosos por Jesús. En México se celebra desde1992.
El Día Mundial contra la Lepra representa una gran oportunidad de dar a conocer a las autoridades de salud, personal aplicativo y población en general que la lepra aún existe en México, que es muy poco contagiosa y efectivamente curable; que en las unidades de salud existen profesionales expertos en diagnosticar la y curarla, y que todos los servicios son completamente gratuitos.
La lepra es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium leprae, también conocida como bacilo de Hansen. El bacilo se reproduce muy despacio y el periodo promedio de incubación e inicio de los signos y síntomas de la enfermedad es de aproximadamente cinco años. Los síntomas iniciales son manchas claras u oscuras, o nódulos en la piel que resultan en lesiones en la piel y pérdida de sensibilidad en la zona afectada. Otros síntomas incluyen debilidad muscular y sensación de hormigueo en las manos y los pies. Cuando los casos no se tratan al inicio de los signos y síntomas, la enfermedad puede causar secuelas progresivas y permanentes, que incluyen deformidades y mutilaciones, reducción de la movilidad de las extremidades e incluso ceguera.
La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. En algunos casos los síntomas pueden aparecer a los 9 meses después de haber adquirido la infección y en otros casos pueden tardar hasta 20 años. La lepra no es altamente infecciosa y se transmite a través del contacto cercano y frecuente con personas infectadas no tratadas. La lepra es curable y el tratamiento proporcionado, reduce considerablemente las posibilidades de discapacidad.
Hoy en día, el tratamiento de la lepra es gratuito (a través de la OMS, gracias a la donación de Novartis), y simple. La mayoría de los países endémicos han puesto esfuerzos en integrar los servicios de atención a la lepra en los servicios de salud existentes.
Durante la pandemia de COVID-19, los indicadores de lepra de la región disminuyeron, pero no por una disminución real de los casos sino por la afectación en la operación de los programas nacionales de lepra, que interrumpieron parcial o totalmente sus actividades, y porque los pacientes dejaron de buscar atención médica.
A nivel mundial, en 2022 se registraron 174 087 nuevos casos y en las Américas 21 398 nuevos casos. Así, el número de nuevos casos detectados en las Américas se redujo de 29 936 en 2019 a 19 195 en 2020, una reducción del 36,3%. El número de nuevos casos detectados en 2021 sólo aumentó ligeramente, hasta 19 826 (631 casos más que en 2020). En 2022, de 49 países y territorios, 22 notificaron casos en total 21 398 casos nuevos de lepra. De los casos nuevos informados ese año, el 92% (19 635) ocurrieron en Brasil. Después de Brasil, los países con mayor número de casos nuevos detectados de lepra en 2022 fueron Venezuela (325), Colombia (294), Paraguay (256), Argentina (142), Cuba (140), México (132) y República Dominicana (97).
En 24 países de las Américas se notificaron casos de lepra, algunos con más de 100 casos por año: Argentina, Colombia, Cuba, México, Paraguay, República Dominicana, Venezuela y Brasil. Éste último concentra el 94% de los casos de toda la región.
Las personas afectadas por la lepra suelen ser objeto de discriminación y estigmatización. Esta situación tiene efectos negativos en el acceso al diagnóstico, el resultado del tratamiento y los resultados de la atención, además de violaciones de los derechos civiles, políticos y sociales. Poner fin a la discriminación, el estigma y los prejuicios es fundamental para acabar con la lepra.
La lepra es curable y el tratamiento proporcionado, reduce considerablemente las posibilidades de discapacidad.
Transmisión. La enfermedad es causada por la Bacteria Mycobacterium leprae, conocida como "Bacilo de Hansen". Se reproduce lentamente y tiene un período promedio de incubación de 5 años. No es una enfermedad muy contagiosa, pero se transmite por fluidos corporales de la nariz y boca de aquellas personas en contacto frecuente con personas enfermas no tratadas.
Signos y síntomas. Los síntomas pueden aparecer en el plazo de un año, pero también pueden tomar hasta 20 años en aparecer o incluso más. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa del tracto respiratorio superior y los ojos. Las manifestaciones incluyen: Lesión(es) cutánea(s) hipopigmentada(s) o rojiza(s) con pérdida definitiva de sensibilidad. Daño a los nervios periféricos, como se demuestra por la pérdida de sensibilidad y movilidad de las manos, los pies o la cara.
Tratamiento. Consiste en una combinación multimedicamentosa compuesta de dapsona, rifampicina y clofaziminia, este tratamiento mata al agente patógeno, cura al paciente y detiene la transmisión. El diagnóstico temprano y la administración del tratamiento son clave para su eliminación. Los pacientes no tratados pueden desarrollar lesiones progresivas incapacitantes y ceguera.
Estigma y discriminación. Las personas afectadas por la lepra suelen ser objeto de discriminación y estigmatización. Esta situación tiene efectos negativos en el acceso al diagnóstico, el resultado del tratamiento y los resultados de la atención, además de violaciones de los derechos civiles, políticos y sociales. Poner fin a la discriminación, el estigma y los prejuicios es fundamental para acabar con la lepra.
Desde 1992, la OPS/OMS ha promovido el Plan de Acción Regional para la Eliminación de la Lepra en las Américas, para la cobertura de tratamiento con poliquimioterapia y desde entonces ha alcanzado coberturas del tratamiento del 42%, y desde el 2001 hasta hoy día la cobertura es casi universal. La Organización proporciona el medicamento gratuitamente a todas las personas que lo necesiten, a través de donaciones de la Fundación Novartis para el Desarrollo Sostenible.
En 2009, los países Miembros de la OPS/OMS, a través de la Resolución CD49.R19, 2009, se comprometieron con la meta de eliminar la lepra como problema de salud pública, al primer nivel sub -nacional para el 2015 y en el 2012, la OPS/OMS formuló un “Plan de Acción para Acelerar el Logro de la Eliminación de la Lepra en Latinoamérica y el Caribe”, alcanzar la reducción de la prevalencia por esta en enfermedad a menos de 1 caso por cada 10 000 habitantes.
La Resolución A/RES/65/215 para la “Eliminación de la Discriminación Contra las Personas Afectadas por la Lepra y sus Familia res”, fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre del 2010 con el fin de fomentar la formulación y aplicación de políticas y medidas para prevenir la discriminación de las personas afectadas por lepra y a sus familiares.
En 2016, el Consejo Directivo de la OPS/OMS aprobó la Resolución CD55.R9 que incluye la implementación del Plan para la eliminación de las enfermedades infecciosas desatendidas, entre ellas la lepra.
La OMS elaboró la Estrategia Mundial contra la Lepra 2016 -2020, la cual proporciona orientación a quienes gestionan los programas nacionales contra la lepra para llevar a cabo acciones destinadas a reducir la carga de la enfermedad y en colaboración con diversos sectores, incluidas las organizaciones que trabajan por los derechos humanos y la igualdad de género.
En 2018 la OMS publicó las Directrices para el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de la lepra. En ellas se proporcionan los conocimientos y las pruebas más recientes sobre el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de la lepra, basados en un enfoque de salud pública en los países endémicos.
• En 2020 se detectaron 127,558 nuevos casos de lepra a nivel mundial, entre ellos 8,629 de niños menores de 15 años, según cifras oficiales provenientes de 139 países de las 6 regiones de la OMS. La tasa de detección de nuevos casos entre la población infantil fue de 4.4 por millón de niños.
• Entre los nuevos casos, 7,198 presentaban discapacidades de grado 2 y la tasa correspondiente fue de 0.9 por millón de habitantes.
• A finales del año 2020, la prevalencia era de 129,389 casos en tratamiento y la correspondiente tasa de prevalencia, de 16.7 por millón de habitantes.
• La pandemia de COVID-19 ha interrumpido la ejecución del programa y provocado una reducción de la detección de nuevos casos del 37%, en comparación con2019.
• En México, en el año 2024, se diagnosticaron 101 nuevos casos, de los cuales 56 fueron en hombres y 45 en mujeres. En los últimos 11 años se han diagnosticado 1,437 casos, de los cuales 822 son en hombres y 615 en mujeres. En el Estado de México en el mismo tiempo se han diagnosticado 4 casos, todos en hombres.