Día Mundial de la Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal
Cada año, millones de familias en el mundo enfrentan la pérdida devastadora de un embarazo avanzado o de un bebé recién nacido. Se estima que alrededor de 2 millones de bebés nacen sin vida cada año, aproximadamente uno cada 16 segundos, a pesar de que la mayoría de estos casos serían prevenibles con una atención de calidad durante el embarazo y el parto (1). En México, la magnitud del problema también es significativa: en 2024 se registraron 23,541 muertes fetales, lo que equivale a una tasa nacional de 67.5 por cada 100,000 mujeres en edad fértil. Este Día Mundial de la Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal se busca visibilizar estas pérdidas, ofrecer apoyo a quienes las han sufrido y, sobre todo, informar sobre los factores de riesgos genéticos y medioambientales involucrados, con el fin de tomar acciones preventivas basadas en evidencia (2).
Factores de riesgo relacionados con la madre (persona gestante)
La salud y las condiciones de la persona embarazada juegan un papel fundamental en el riesgo de muerte gestacional, perinatal o neonatal. Diversas enfermedades crónicas maternas se han asociado con estas pérdidas. Por ejemplo, la hipertensión arterial crónica o inducida por el embarazo (preeclampsia) y la diabetes son factores de riesgo bien documentados. Se calcula que alrededor del 10% de los nacimientos sin vida están relacionados con enfermedades crónicas de la madre, incluyendo hipertensión, diabetes, enfermedades renales y trastornos de la coagulación (trombofilias). Estas condiciones pueden llevar a complicaciones como insuficiencia de la placenta o retraso en el crecimiento fetal, incrementando la probabilidad de muerte fetal o neonatal. La edad materna es otro factor importante: las mujeres y otras personas gestantes mayores de 35 años presentan un riesgo más alto de perder al bebé en comparación con las más jóvenes (3). Además, la obesidad previa al embarazo se asocia con mayor riesgo de mortinatalidad (nacimiento sin vida). En conjunto, estas condiciones maternas pueden contribuir tanto a la muerte fetal antes del nacimiento como a complicaciones en el periodo neonatal (1,3). Es alentador notar que mejoras en el control de enfermedades maternas han reducido el riesgo con el tiempo –por ejemplo, con un buen manejo médico de la diabetes y la presión alta durante la gestación, el riesgo de pérdida fetal se acerca al de la población general. Asimismo, los embarazos múltiples (gemelos, trillizos) aumentan el riesgo debido a mayor frecuencia de complicaciones, por lo que requieren un seguimiento prenatal más estricto (3). Por último, hábitos y exposiciones ambientales de la madre como el consumo de tabaco, alcohol u otras drogas también elevan significativamente el riesgo de muerte perinatal. Fumar cigarrillos durante la gestación, por ejemplo, se ha vinculado con desprendimiento prematuro de placenta y restricción del crecimiento fetal, ambos eventos que pueden resultar en muerte fetal o neonatal (3). La buena noticia es que muchos de estos factores son modificables: una atención prenatal temprana y de calidad permite identificar y tratar condiciones maternas (como infecciones, diabetes o hipertensión) y ofrece recomendaciones de estilo de vida saludable, reduciendo sustancialmente el riesgo de desenlaces fatales (1).
Factores de riesgo relacionados con el feto
Los factores intrínsecos del feto, en particular los de origen genético, son otra pieza clave en este complejo rompecabezas. Las malformaciones congénitas y las anomalías genéticas del bebé representan una causa importante de muertes gestacionales y neonatales. Se estima que entre un 15% y 20% de los fetos que nacen sin vida presentan uno o más defectos congénitos, y al menos 20% de esos casos involucran anomalías cromosómicas identificables, como el síndrome de Down, entre otras. Algunas de estas alteraciones ocurren por factores hereditarios o mutaciones genéticas nuevas, mientras que otras pueden ser resultado de influencias del medio ambiente (por ejemplo, exposición a ciertas infecciones o a toxinas durante etapas críticas del desarrollo) (3). Muchos defectos severos pueden llevar a la pérdida del embarazo antes del nacimiento o causar la muerte del recién nacido poco después de nacer. Además de las anomalías congénitas, otro factor fetal de gran relevancia es el crecimiento intrauterino restringido. Un feto que no crece adecuadamente dentro del útero (es decir, presenta retraso en el crecimiento para su edad gestacional) tiene un riesgo considerablemente mayor de morir antes de nacer o de fallecer en el periodo neonatal temprano. De hecho, alrededor del 40% de los bebés que nacen sin vida muestran problemas de crecimiento insuficiente para la edad gestacional. Las causas del crecimiento restringido suelen entrelazarse con factores maternos y placentarios: por ejemplo, madres fumadoras o con hipertensión tienen mayor probabilidad de tener fetos con crecimiento restringido, lo que a su vez eleva la posibilidad de mortinatalidad. Por otro lado, el sexo del feto podría desempeñar un rol sutil en el riesgo; datos recientes en México muestran que un 52.7% de las muertes fetales corresponden a fetos de sexo masculino y 37.8% a femenino (el resto no especificado), aunque las razones biológicas de esta diferencia aún no se comprenden del todo (2). Es importante mencionar que muchos problemas fetales no actúan solos, sino en combinación con factores maternos y del entorno. Por ejemplo, infecciones congénitas del feto (como sífilis, toxoplasma u otras) resultan de patógenos ambientales que atraviesan la placenta y pueden causar anomalías o la muerte del bebé. En resumen, la salud y la integridad genética del feto son determinantes cruciales: defectos genéticos o estructurales del bebé contribuyen directamente a una proporción notable de las pérdidas gestacionales y neonatales, y su identificación oportuna (mediante ultrasonidos, pruebas genéticas o monitoreo del crecimiento fetal) permite en algunos casos intervenciones que salven vidas (3).
Factores de riesgo relacionados con la placenta y el entorno perinatal
La placenta es el “puente de vida” entre la madre y el feto, y sus alteraciones pueden desencadenar desenlaces fatales pese a que la salud materna y fetal sean óptimas. Los problemas en la placenta se consideran responsables de aproximadamente 25% de los nacimientos sin vida. Entre los más comunes está el desprendimiento prematuro de placenta (abruptio placentae): en esta emergencia obstétrica, la placenta se separa parcial o totalmente de la pared uterina antes del momento del parto, lo que provoca hemorragia masiva y corta el suministro de oxígeno al bebé. El desprendimiento placentario puede ocasionar la muerte fetal en poco tiempo y también pone en peligro la vida de la madre debido a la hemorragia. Diversos factores aumentan el riesgo de sufrir esta complicación, incluyendo el tabaquismo y el consumo de cocaína durante el embarazo, así como hipertensión materna, ya que contribuyen a daño en los vasos sanguíneos de la placenta. Otra condición placentaria de riesgo es la insuficiencia placentaria crónica, en la cual la placenta no aporta al feto suficiente oxígeno y nutrientes; esto suele asociarse a trastornos como la preeclampsia (hipertensión del embarazo) y puede llevar tanto a restricción de crecimiento del bebé como a mortinatalidad. Adicionalmente, existen accidentes del cordón umbilical que, si bien son menos frecuentes, pueden causar entre un 2% y 4% de los nacimientos sin vida (3). Estos accidentes incluyen nudos verdaderos en el cordón, vueltas de cordón alrededor del cuello fetal (nudo nucal) o inserciones anómalas del cordón en la placenta. Tales situaciones comprometen el flujo sanguíneo a través del cordón y pueden privar al feto de oxígeno, provocando asfixia intrauterina (3). Cabe señalar que muchas muertes fetales ocurren cerca o durante el trabajo de parto; en México, por ejemplo, el 17.2% de las muertes fetales registradas en 2024 sucedieron durante el parto (el 81.4% ocurrieron antes del inicio del parto) (2). Esto subraya la importancia de la atención especializada en el momento del nacimiento, ya que complicaciones agudas como la asfixia perinatal (falta de oxígeno durante un parto difícil) pueden evitarse con intervenciones oportunas. De hecho, a nivel global se reconoce que las complicaciones intraparto (asfixia), el parto prematuro, las infecciones neonatales y las anomalías congénitas son las causas principales de muerte neonatal en el mundo (4). En cuanto a las infecciones, estas constituyen un factor ambiental crítico que puede actuar a través de la placenta: se estima que entre un 10% y 25% de los nacimientos sin vida están relacionados con infecciones que afectan a la madre, al feto o a la propia placenta (3). Infecciones bacterianas ascendentes desde el tracto genital (como corioamnionitis), infecciones urinarias maternas no tratadas, y ciertos virus –por ejemplo, el parvovirus B19 (causante de la “quinta enfermedad”) u otras virosis– pueden pasar inadvertidos en la madre, pero causar estragos en el ambiente intrauterino, desencadenando partos prematuros o la muerte del feto antes de la semana 28 de gestación (3). Finalmente, condiciones especiales del embarazo como la incompatibilidad Rh (cuando la sangre de la madre y el bebé son incompatibles y se generan anticuerpos que dañan al feto) solían ser una causa importante de muerte perinatal, pero hoy son poco comunes gracias a medidas preventivas eficaces (como la administración de inmunoglobulina anti-Rh) (3). También los traumatismos físicos severos (por ejemplo, en accidentes automovilísticos) o un embarazo prolongado más allá de las 42 semanas pueden conducir a la pérdida del bebé, aunque representan una minoría de casos (3). En resumen, la integridad de la placenta y las circunstancias del parto son factores determinantes: complicaciones placentarias, infecciones y eventos agudos durante el parto explican una gran proporción de las muertes gestacionales y neonatales, muchas de las cuales pueden prevenirse fortaleciendo la atención perinatal y capacitando al personal de salud para manejar emergencias obstétricas (4).
- Referencias:
- UNICEF. What you need to know about stillbirths. New York: United Nations Children’s Fund; 10 January 2023: https://www.unicef.org/stories/what-you-need-to-know-about-stillbirths.
- INEGI. Estadísticas de Defunciones Fetales (EDF), Reporte de Resultados 30/25, 29 de agosto de 2025. Aguascalientes: Instituto Nacional de Estadística y Geografía; 2025: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2025/edf/edf2024_RR.pdf
- March of Dimes. Muerte del feto. Biblioteca de Salud Nacersano. 25 de agosto de 2025: https://nacersano.marchofdimes.org/centro/9388_9941.asp
- Organización Mundial de la Salud (OMS). Mortalidad neonatal – Notas informativas. Ginebra: OMS; 14 de marzo de 2024: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/newborn-mortality